La investigación juega un papel crucial en la transformación de las experiencias de aula. Al incorporar métodos y hallazgos de investigación en las prácticas pedagógicas, los docentes pueden diseñar estrategias de enseñanza basadas en evidencia que fomenten la participación activa, el descubrimiento y el aprendizaje significativo. La adaptación de técnicas investigativas en el aula, como la indagación guiada o la resolución de problemas, permite que los estudiantes se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje, enfrentándose a situaciones que demandan análisis, reflexión y argumentación.
Además, al sumergir a los estudiantes en procesos de investigación, se fomenta el desarrollo del pensamiento crítico. Los estudiantes aprenden a cuestionar, analizar y evaluar la información desde múltiples perspectivas, en lugar de ser meros receptores pasivos. Esta habilidad no solo les permite discernir la veracidad y relevancia de la información en el ámbito académico, sino que también les prepara para ser ciudadanos informados y reflexivos, capaces de tomar decisiones informadas en un mundo cada vez más complejo y saturado de información.
Lo anterior, sumado a la articulación factible de las experiencias de investigación con convocatorias de todo nivel como las campañas de ciencia ciudadana, las ferias de ciencia o la producción y divulgación de las ciencias, se logran resultados maravillosos y propenden por generar competencias blandas e impactos muy marcados en la motivación del estudiante